martes, 20 de diciembre de 2005

El último.

Mis 2006 mejores deseos. Blog cerrado temporalmente. Hasta más ver, ha sido un placer.

Duendecilla.

viernes, 16 de diciembre de 2005

Hoy nací yo.

Hoy hace veinte años que naci. A las nueve de la mañana según me han contado... Estuve con los compas de clase tomando unas cerves en el Black Roses, celbrando la víspera: rico rato. Ya me han llegado varios mensajitos: la vida jamás dejará de sorprenderme... Y por cierto: todo se pasa. Ah, y gracias por el regalo: preciosa amistad envuelta en papel de regalo AZUL, a pesar de los pesares. Entra la depre un poco por cambiar de década y aumenta el sentido de la responsabilidad y el diablillo de mi hombro me cuenta a mil veces por minuto que me piense bien qué es lo que quiero hacer con mi vida, de dónde vengo, a dónde voy y hasta qué punto quiero llegar... * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * * A lo largo del día fui recibiendo mensajes y llamadas: pero nada como la familia y los amigos de verdad, los de siempre. Cuántas cosas preciosas en objetos y en palabras sinceras. Gracias a todos, así da gusto seguir aquí, cerquita vuestro. Una se siente especial e importante por un rato, qué coño. Gusta sentirse así. Por mucha gente y muchos ratos, los de verdad sois los de siempre y bien poquitos. Y en el fondo, se nota por muchas llamadas y muchos mensajes de cortesía y políticamente correctos. Los que os mojáis, sois los de siempre. Los que me queréis y a los que yo adoro... sois los de SIEMPRE. Ah, y ya os pondré una foto con mi sombrero blanco. Un beso de 20. Duendecilla.
P.D. Creo que no me gusta la palabra "cumpleaños" ;-)

lunes, 28 de noviembre de 2005

Envenenándome en los azules.

Envenenándome en los azules. Evitando los rojos y los malva. Las ganas de todo, la falta de nada. Soñando con árboles aunque no haya bosques. Un café con humo y ellas, qué grandes. Una tercera al otro lado del teléfono despertándome de la siesta. Domingo, pero que no duele. Por doler, no duele ni el frío. Las sonrisas no se gastan y son gratis. Feliz semana a todos y pensad que todos los HOY son los días más importantes, que los MAÑANA nunca llegan. Y por supuesto, envenenaros en los azules. Duendecilla.

martes, 15 de noviembre de 2005

Felicidades, mi Aralita.

15 de noviembre. Muchos besos y mimos, tirones de orejas. Un café, regalos (uno medio repe, en fin...) y muchas sonrisas... Y emoción. Qué grande eres, pequeña. Y como decía nuestra tarjeta: CAMBIASTE DE DÉCADA PERO NO DE AMIGOS. Que te quiero, es mi regalo. Mi Aralita, por muchos años. Tu ruZ.

viernes, 11 de noviembre de 2005

AweeeEEeeee...

Escribo desde el Aberdeen. No tengo internet. No tengo ordenador. Ha muerto (temporalmente, uf). Jooo... no puedo navegar... (espero no naufragar, eso está claro). Ya tenemos las entradas para Sabina: Fila NUEVE, GENIAL! Mereció la pena madrugar, llorones! (y el desayuno estaba bien rico). Hoy café con Dani y Almu pegada a un teléfono. Dos comprando un regalo por el centro. Y otros dos desaparecidillos: te echo de menos, pequeña. Uno, que se hace llamar Sak y siempre roba sonrisas, anda por ahí jugando a no sé qué que llaman Rol. Y bueno, hoy: trabajo, cierre y copa con los del currele. Majetes! Ayer juerguilla universitaria en el merinos (habría preferido una rica cerveza en lugar de ese cali con polvos, ag SIN HACHE). Y un beso! Hasta luego, espero.

sábado, 29 de octubre de 2005

¿Qué sería si fuera...?

UN NOMBRE: rut. UN NÚMERO: un millón. UN COLOR: el azul. UN OLOR: el de un abrazo. UNA CIUDAD: Florencia. UNA CALLE: Paseo de Gracia, Barcelona. UN PARQUE: Ribera de Castilla, Valladolid. UNA ESCULTURA: El peine de los vientos de Ibarrola, San Sebastián. UN MONUMENTO: La Alhambra, Granada. UNA PINTURA: un detalle de la Capilla Sixtina, Roma. UNA PALABRA: mimo. UN SENTIMIENTO: amor. UN LIBRO: el principito. UN INSTRUMENTO: una guitarra española. UNA PELICULA: un paseo por las nubes. UN ARTISTA: picasso. UN RECUERDO: un paseo por el campo. UNA FRASE: "Lucha con miedo, valiente". UNA FRUTA: fresa. UN ANIMAL: un pájaro. UNA COMIDA: pastel de crema y toffee. UNA BEBIDA: coca - cola. UN SONIDO: el mar. UNA FLOR: rosa amarilla. UN PERFUME: really blue. UNA CANCION: uf... color esperanza. UNA ESTACIÓN DEL AÑO: invierno. UN MES: diciembre. UNA PARTE DEL CUERPO: las manos. UNA PRENDA DE ROPA: un gorro. UN PERSONAJE DE CUENTO: la cenicienta. UN PERSONAJE FAMOSO: ehm... creo que paso. UN PLANETA: plutón. UN DIA DE LA SEMANA: viernes. UNA HORA: las diez de la noche. UN ARMA: la palabra.

viernes, 28 de octubre de 2005

El tiempo.

De William Shakespeare: El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que tienen miedo, muy largo para los que se lamentan, muy corto para los que festejan... pero para los que aman, el tiempo es eternidad.
* * * * * * * * * * * * *
Y en realidad... ¿Qué es el tiempo? Porque no tengo ni la más remota idea; pero cuando hay amor... ¿verdad que pasa fugaz y qué agustito? Asi que: amemos, amemos. Feliz puente con lluvia de otoño.

martes, 25 de octubre de 2005

Y me da la risa.

Hace frío fuera. Me duele la cabeza, un poco: insomnio, quebranto y mucha siesta a destiempo. Ag. Es un continuo ronroneo que me desgasta. Y me da la risa. Con mi manta de colores, tarde de lectura y chocolate. El Quijote: loco cuerdo, ¿ven ustedes? Y me da la risa. Pienso en lo que tengo, en lo que tuve y también perdí. En lo que quizá recupere. En lo descuidado y cuidado con perserverancia. Y me da la risa. Echo de menos compartir humo, leo un blog actualizado, pienso en el día que nos pondremos de acuerdo... en cuánto cariño hay a pesar del desorden. Y me da la risa. Y... quiero fresquito por fuera y por dentro, que me agobio un poco. Y me lavo la cara como en la foto. Y entonces me acuerdo de una frase, no sé por qué. Y me da la risa (otra vez).
"LA ALEGRIA ES LA PAZ CON CARA DE SANDIA"
Y tomo el aire un rato, riendo y des-pensando. Me presto atención a mí (ha dicho Gasolita hoy que "ya era hora"). Pues sí, señores. Muy buenas noches. Y me da la risa.

domingo, 16 de octubre de 2005

Por un instante

Por un instante olvidé mis miedos; fui libre de mis apegos, no reconocí los fantasmas que me oprimen, no cargué con la ansiedad de mis ilusiones. Por un instante no me ofendí por aquello que no recordaba y debía defender; no me sentí insegura porque desconocía que había opiniones más importantes que mi vida. No juzgue por ignorar cómo ser mejor o peor que nadie. Por un instante ni fui alguien, ni fui nadie: solamente fui. Viví sin saber que había buenos y malos días. Por un instante olvidé las culpas de mis pecados y los deberes que imponen mis glorias. Y... ahora que lo recuerdo... Fue solo por un instante.
¿Fue solo un instante?
¿O fueron mil y toda una vida?
De un buen aliado que me cuida con palabras.

viernes, 14 de octubre de 2005

Al otro lado del espejo.

Conversando: - ¿Qué lado del espejo prefieres? - Es evidente. - ¿En qué lado del espejo estás? - Se ha quedado un buen día, ¿no? - No, en realidad llueve y no hace sol. - Vaya, qué casualidad. - No creo en las casualidades, pero ¿por qué lo dices? - Nada, ahora entiendo... - ¿Por qué no hablas claro? - Porque a lo mejor lo que digo no es lo que quiero decir. - Arriésgate. - Vale: quiero ir al otro lado del espejo. - Bien, pues adelante. - Es que no sé por dónde empezar. - Sonríe y pisa fuerte. - Es un excelente comienzo. - Mira, ha salido el sol. - Vaya, qué casualidad... - No creo en las casualidades, pero ¿por qué lo dices? - Nada; pero sonrío aunque no lo entienda. - ¿Vienes? - ¿Dónde? - ¿Y qué importa? - ¿Al otro lado del espejo? - ¿Propones algo mejor? - Donde sea, pero sonriendo.

miércoles, 12 de octubre de 2005

Agujeros.

Agujeros en el alma. Agujeros de gestos, de palabras. Agujeros en los nombres. Agujeros de torpe. Agujeros en los rostros. Agujeros de miradas cómplices. Agujeros en las horas. Agujeros de serenidad. Agujeros en el orgullo. Agujeros de inmadurez, de cobardía. Agujeros en la debilidad. Agujeros de frialdad, de rabia. Agujeros en la piel. Agujeros de pereza, de abrazos. Agujeros en el pasado. Agujeros de imaginar. Agujeros en los recuerdos. Agujeros de coraza vieja. Agujeros en la nostalgia. Agujeros de importancia. Agujeros en el presente. Agujeros de dentro, de fuera. Agujeros en los sueños. Agujeros de agujeros. Agujeros en la vida. Agujeros de ir descubriendo aquí y ahora.
Agujeros en una estrella del cielo.
Agujeros. Como un queso de gruyère.

miércoles, 5 de octubre de 2005

¡He vuelto!

Cuánto tiempo y novedades: ya vais sabiendo, con sinceridad. Algunas se encajan mejor, otras cuestan más; pero todo es importante. Estos días, del Septiembre ya acabado, estuve pensando mucho y replanteándome cosas y sentires. Asuntos inconclusos. Bien, he descubierto significados realistas de muchas palabras que quedaban muy lejanas y de pronto usurparon mi espacio. En general, artificiosidades: cosas nada transparentes y muy bien disfrazadas que han hecho que me ponga la coraza un poco de nuevo; pero que siga luchando, como los valientes, aunque me tiemble todo por instantes, que la valentía no está reñida con el miedo. Retumba un algo en la cabeza ésta que da guerra últimamente. Bueno, en realidad era una sola cosa que se va convirtiendo en más a medida que le añado líneas a este post. Consejos que me dieron, que me dan. Que me dáis. Que vienen muy bien, pero son solo eso: consejos. La vida es de uno solo, y no vale que nadie te sostenga la mano ni te muestre el camino. Está bien eso de ir descubriendo y calculando el valor de las metas sobre la marcha. Estoy feliz y decepcionada, aunque me digáis que no merece la pena. Son sensaciones encontradas. Desencantada, supongo; y a la vez con ganas de comerme el mund. Ya hay muchos proyectos empezados, que es lo primordial. Solo quiero que sepáis que sigo aquí (o allí), que me tenéis aunque no escriba tanto, que nunca he pretendido nada más que dejar aquí cachos de alma y que, si algo he aprendido es que nadie es más importante que uno mismo. Y gracias por los empujoncitos, que ya me va gustando impulsar sola. Cuenta una amiga, quien por cierto me regaló la imagen que aquí escojo, que se encontró una rosa con espinas en su camino... y que no temió el haberse pinchado, sino haber encontrado esa rosa. Una rosa, un libro, El Principito en francés, un billete sin estrenar, abrazos acumulados, y humo y café, un traje bonito aún sin decidir... ¡y unos "cacharros"!... Todo esto me recuerda que me voy de viaje. Y hasta aquí puedo leer. Un beso azul. Duendecilla. Como sé que habéis estado esperando post, le pedí a Neruda que nos hiciera un regalo y me prestó este poema. Que os guste. A veces te hundes, caes en tu agujero de silencio, en tu abismo de cólera orgullosa, y apenas puedes volver, aún con jirones de lo que hallaste en la profundidad de tu existencia.
Amor mío, ¿qué encuentras
en tu pozo cerrado?
¿Algas, ciénagas, rocas?
¿Qué ves con ojos ciegos,
rencorosa y herida?
Mi vida, no hallarás
en el pozo en que caes
lo que yo guardo para tí en la altura:
un ramo de jazmines con rocío,
un beso más profundo que tu abismo.
No me temas, no caigas
en tu rencor de nuevo.
Sacude la palabras mía que vino a herirte
y déjala que vuele por la ventana abierta.
Ella volverá a herirme
sin que tú la dirijas
puesto que fue cargada con un instante duro
y ese instante será desarmado en mi pecho.
Sonríeme radiosa
si mi boca te hiere.
No soy un pastor dulce
como en los cuentos de hadas,
sino un buen leñador que comparte contigo
tierra, viento y espinas de los montes.
Ámame tú, sonríeme,
ayúdame a ser bueno.
No te hieras en mí, que será inútil,
no te hieras en mí porque te hieres.
"El pozo", Los versos del capitán. Pablo NERUDA.

martes, 27 de septiembre de 2005

27 de Septiembre.

"Como una estrella fugaz". Así te han descrito. Así han resumido tu persona y tu vida. Así han contado tus sonrisas, tu fuerza y tu confianza en la gente. Así han dicho que eran tus ojos negros y tu amor por todo lo que hacías. Como una estrella fugaz. Muchos días lejos pero... tan cerca. Es poco posible no acordarse de tí en muchos momentos de nuestras vidas, que también eran la tuya; pero aún menos en un día como hoy. Un 27 de septiembre que cogiste las maletas llenas de sueños y te marchaste. Sin despedirte, nunca te gustaron las despedidas. Pero no vale. No es lícito. No es justo aunar todo lo que hiciste, y sigues haciendo, en el último día. No estamos tristes aunque salgan lágrimas, y tiemblen las piernas y se nos haga un nudo en la garganta. Porque nos contagiaste lo bueno. Absolutamente todo. Y está muy bien pensar que nos has dejado un legado humano inmenso. ¿Qué tal por alli? Tú sigue tocando y componiendo canciones que algún día cantaremos. Da recuerdos a todos, ¿eh? Que no se te olvide nadie. No sabemos cuando volveremos a verte, todo es cuestión de suerte, no valen los planes; pero todos serenos y felices. ¿Te cuento un secreto? Hoy te echo de menos. Duele un poquito pensarte... pero qué agradecida de haber podido disfrutar de tí y de tu luz, que nos sigue alumbrando y dando calor. Un abrazo tierno de tu Rudy. De todas tus tañeditas. Ah, y una canción. La que tú quieras. Siempre nos quedará el cielo y en él UNA ESTRELLA FUGAZ.

lunes, 19 de septiembre de 2005

Secretos.

"Secretos. Vaya. Todos tenemos secretos. Todos compartimos secretos. Todos, alguna vez, nos jugamos alguno de ellos con un alguien, que a la larga quizá resulta poco indicado; pero bueno, es la vida, y eso no se piensa"- pensaba una duenda que no había visto nunca sentada en la ventana.
"Un secreto deja de ser un secreto cuando se convierte en mentira. Porque un secreto resulta que es una verdad grande y silenciosa, cuidada del conocimiento de los demás, mimada desde lo más dentro, acunada solo por privilegiados"- leía en el cielo acurrucada, con su gorro ámbar, juguetón entre sus manos.
Y es que un secreto de un solo alguien, no es demasiado peligroso, aunque puede doler y podrir un poquito la vida. Pero un secreto de dos o más, ya sí es un problema cuando no se cuida bien. Un quebradero de cabeza. "Maldito día... Me arrepiento de haber contado algún secreto. Míos, por otra parte, pero SECRETOS" - se quejaba triste.
Y es que los secretos van lazados a la confianza. Y era una criatura desconfiada, pero que si se volcaba, se entregaba. La ocurrió que contó un secreto. De esos que ni sus duendes ni hadas de toda la vida sabían; y se cruzó un alguien extraño disfrazado, que le brindó una sensación de bienestar absoluta desde el primer rato, que iba brillando, y esa luz... ¡zas! le atrapó.
La existencia es un puzzle de secretos. El secreto de la vida no está en intentar ser absolutamente nada. El secreto de la amistad no es ganarse a otro alguien basándose en teorías que funcionen. El secreto del amor no es dirigir, ni que te dirijan. Es amar, simplemente: si los compases de los sentires son compatibles y se coordinan, entonces... ¡voilà! he ahí un secreto maravilloso. Ah, y como me contó la duenda del gorro ámbar:
"Ten cuidado. Brillaba sí; pero la luz era de pilas. Ese era su secreto".
Duendecilla, alerta pero sin maquillaje.

lunes, 12 de septiembre de 2005

Cosas buenas (entre dos).

Empiezo... y me toca pensar, porque para uno, siempre es más fácil encontrar defectos que virtudes de su persona, pero hay momentos, en los que la angustia aprieta y dices... ¡joder! ¡arriba coño! ¡despierta, algo bueno tendrás! Y ahí, es cuando piensas que si alguien puede ver en ti "que merece la pena" por algo será. Que no todo va a ser hostilidad y problemas. Y es entonces cuando te ayudas de música y de sol. Y escuchas esas canciones que te hacen vibrar por dentro; mientras piensas que si la gente a ti te gusta, por qué no ibas a gustarle tú a la gente. Y abres las ventanas de par en par para que entre toda la luz del mundo en tu habitación y respiras hondo. Y entonces, esos días, que los hay y cómo molan, te gustas. Benditos días en que sonríes sin razones y regalas un mimo por cada sonrisa, y un beso por cada palabra bonita. Y la gente se da cuenta de que eres algo más que uñas y ceños fruncidos porque, en el fondo, eres blandita, y eso es algo que te gusta de ti. Benditos días en los que ayudas en todo a todos, en los que no pierdes el tiempo en gritar, en ponerte borde, en sacar la mala leche, en perder la paciencia, en soldarte muy bien al cuerpo la coraza (la dejas en el armario, tampoco la tiras)... y hablas, sin importarte tres pepinos lo que piensen de ti. Benditos días en los que te vistes con colores que provocan mil; y pequeña, de blanditas EN EL FONDO, nada. Eso es algo que encanta: ser blanditas oficiales. Hay otros momentos, en los que te levantas y vas directa al espejo. Y esos días te miras y tienes ganas de provocar al mundo, y piensas para ti: "hoy mando yo". Nos vuelve locas mandar de vez en cuando. Y estamos graciosísimas cuando cogemos las riendas de algo que nos queda grande y nos peleamos con ello hasta que, a base de muchos golpes, conseguimos lo que queríamos. Jijiji... graciosas cuando nos creemos, por un rato, las dueñas y señoras del universo y pensamos que somos más sabias que cualquier mago legendario. Y entonces somos capaces de poner el corazón en los consejos, en las palabras y ¡uy! ¡coño! cuando los piensas tú, para ti, te das cuenta de que son increíbles. De que son valiosos y de que algún "yo" que llevas dentro, parece que sí piensa lo que nos va aconteciendo en la vida y nada cae en saco roto. Poner el corazón. Ahí está todo. Lo regalamos como si tuviéramos varios; y sin embargo, no está mal, aunque a veces nos duela, porque lo hacemos sabiendo que es lo más valioso que tenemos y que todo lo que podemos ofrecer, primero lo sentimos ahí. Acaso eso no es valentía aunque actuemos en silencio y temblando? Lo regalamos, qué razón tienes. Pero debe ser como las estrellas de mar, que les quitas un brazo y sale otro nuevo. Porque lo hemos hecho más de una vez a lo largo de nuestra vida: regalar el corazón y... las que nos quedan. En silencio... unas veces, pero llamando la atención desesperadamente otras. Y es que hay que reconocer que una vena de payasas, ya tenemos. Y nos encanta aprovecharnos de lo gracioso para lograr momentos y charlas serias. Una o varias venas de payasas por las que corre sangre con glóbulos de naricillas rojas, que nos enseñan a encontrar una carcajada cuando el aire parecía agotarse. Y así , poco a poco, es como vamos recuperándonos de cada regalo, con gorritos de rayas y calcetines de colores, con un alma azul y otra rosa, con una media luna dibujada en la cara aunque sea tímida y la mirada triste que, casi siempre desprende dulzura con quien le deja hacerlo. Si bueno, con quien nos deja hacerlo, claro. Pero nos entregamos del todo. Y mira, tía, mola mil. Y al que no le guste, que se aleje de nosotras. ¿Y qué me dices del chocolate, los helados, las gominolas y... el café solo con hielo y dos azucarillos? ¿...y la canela, y los pirus de cuore... y ya puestos a lo dulce, los recuerdos con sabor a caramelo; aunque a veces también se cuele algún besillo furtivo en una piel salada por el mar? Y cuando pedimos perdón por estropear el momento con el regusto salado, lo hacemos de tal manera que... ¡nos cae otro de premio! ¿Y acaso no mola? Y no se nos caen los anillos para admitir un error, o mil. Y somos más fuertes de lo que parecemos y más valientes de lo que creemos. Y nos importa tres pitos cagarnos de miedo, porque al final, nos enfrentamos a lo que venga. No huimos de las cosas ni de la gente importante, ni alargamos la solución de los temas a medias. Como cuando nos tiramos por un precipicio sin pensar en las consecuencias. A veces se nos pasa por la cabeza: "¡Joder, pues me puedo hacer daño!"; pero la respuesta es "¡Qué mas da, pa’lante como los de Alicante!" ¡Y venga! Pero no pasa nada, porque aunque hablemos de dependencia, somos autosuficientes y eso: mucho más fuertes de lo que parecemos. Claro ejemplo es que cuando estamos realmente mal, milagrosamente: ¡anda! ¿De dónde salieron las fuerzas? ¿Algún voluntario nos lo explica? Y es entonces cuando realmente te percatas de lo que guardas. Cuando hay una situación limite o difícil o dura y todo se tambalea y tú ahí, tan pancha, rígida como un palo y no se te ha movido ni un solo pelo. Animando al personal. Cuando ellos están bien, caes tú, pero nunca te importa, disfrutas haciendo felices a los demás. (Además eso hoy no se cuenta que esto es una “lista de cosas buenas”). Ahí, sin paraguas, mojándote bajo la lluvia pero DISFRUTÁNDOLA, esperando a que escampe para poder ver en primera línea el arcoiris. Y ser como pequeñas haditas o duendecillas, e ir por ahí regalando miradas y momentos mágicos a quien se nos ponga por delante. Y volar sin alas. Y soñar sin dormir. Y ser feliz porque nos despierte por teléfono una voz querida. ¿Se puede pedir algo más? En definitiva, las pequeñas cositas que nos llenan hasta los topes y nos recargan todo lo que perdemos por otras vías. Comer caramelos. Que llueva chocolate. Salir de fiesta con tus amigos y tomar una copa. Pintar. Escuchar. Escribir. El sol y la lluvia. Unos ojos. Unos rizos. Las manos. Ser unas niñas. La locura por amar y que nos amen. Estar lejos y cerca de la vez, y al revés... y mil millones de millones de cosas más. Todo son cosas buenas que nos gustan, que tenemos y que no vamos a cambiar. Así que: prepárense.

Campanilla: con ganas de recordar y...

Duendecilla: con ganas de seguir aprendiendo cosas buenas.

domingo, 11 de septiembre de 2005

Esperar es hacer.

Esperar es hacer. A esa conclusión llegamos, entre dos, el otro día. Nada es inmediato. Hasta aquello que parece serlo, tarda un poquillo en surgir efecto. Estamos viviendo cambios, muchos en muy poco tiempo. Y lo noto más desde que volví del viaje, pequeños. También por lo vivido allí, por supuesto. Aquí hay ganas de vivir, de comerse el mundo, de abrirse paso por méritos propios... y es bonito pero da vértigo. Como dice Aralita: "Da miedo, pero... ¿y lo que mola?". Pues sí.
Da gusto veros, vernos. Yo disfruto mil, me lo notáis; pero si me lo permitís, quiero destacar una de nosotros: Eva. Está feliz. Es feliz y CONTAGIA felicidad. Me alegro infinito por tí, me encanta verte así, sentirte así, ¡qué importante es para todo@s!
Ya huele a nuevo, a recién estrenado, por aquí. Quizá es el otoño que se pone pesado anunciando su llegada y contagia bastante los ocres, tanto por fuera como por dentro. O quizá son nuestras almas quiméricas repletas de sueños que queremos hacer realidad. Me animáis, chic@s. Me animáis a soñar con los pies en la tierra. Y os lo agradezco, ya sabéis cuánto. Que todo nos vaya bonito. Los estudios, que continuamos. Los idiomas, que son casi imprescindibles. El esgrima, las prácticas, el COTL... que a cada uno nos vaya bien lo "nuestro". Y los trabajos medio malpagados que nos cansarán los pies y la paciencia, pero que nos dejarán volar un poco alto y sentirnos un pelín más libres, si cabe. Que no tiremos la toalla. Que nos sepamos levantar unos a otros y tendernos una mano cuando la vida lo requiera. Que no dejemos las cosas a medias, que luego pican dejando un resquemor. Que si, en algún momento, algo se pone feo... no nos rindamos, simplemente nos sentemos a descansar un ratito el cuerpo y las ideas, y digamos sonriendo: "Esperar es hacer".
Y luego... sigamos. Un beso de Domingo. Duendecilla.

sábado, 10 de septiembre de 2005

Hablando de algo bonito.

Tomábamos ponche en el salón, contábamos historias. Hablábamos del mundo y la opinión que dio nuestra memoria.
Nadie quedaba alante y nadie atrás, era una tontería; y ahora nos peleamos por llegar antes del otro arriba.
Dime cuándo todo cambió. Dime cómo se estropeó. Dime cuándo la conversación se hizo gritos Cuándo, dime, fue la última vez que... hablamos de algo bonito.
Yo tuve malos tiempos y de tí solicite energía; y tú tenías momentos que quizá, apenas sí tenías. Si tiras de la cuerda tiro yo y así hasta que se rompa. Con esa misma cuerda, antes los dos, saltábamos la comba.
Dime cuándo todo cambió... Hablemos de algo bonito.
DELAH, Hablemos de algo bonito.
Regalo de Pía, de sábado por la noche.
Pero no es triste, ¡que no! Solo que presta asgaya, ¿verdad, pequeña?
Es para saber seguir... hablando de algo bonito. Con la gente. Beso de buenas noches: me voy un rato a compartir humo con Almu.
Duendecilla.

Chubascos.

Después de la tormenta siempre llega la calma y sale el arcoiris. Que sí, pero... ¿seguros? ¿Y mientras la tormenta qué pasa? ¿Nadie piensa en eso?
Las gotas, terminan oradando las piedras. En mayor o menos medida, con mayor o menos fuerza e intención; pero la oradan, me temo. Y llega un punto en que la piedra ya no es piedra y es guijarro. Y el guijarro, llega a ser arena. Y la arena...
Los rayos, luz de brusquedad que auguran un final feo. Como los errores cuando lastimas a alguien, aunque sea sin querer, sí. Y llegan ellos: los truenos.
Los truenos, como los gritos, duran poco; pero el susto ya es más largo. El estómago retumba y algunos no se te olvidan. Otros sí, pero de alguna forma, un trueno siempre será un trueno. Y de paso, el viento silbando. Qué intranquilidad... y qué cansado.
Las tormentas son entrañables si hay alguien que rodee con sus brazos, protegiendo un poco del ruido y de la ventana con cristales salpicados. Siempre es especial ese escalofrío de tormenta de verano. Y salir al jardín con un olor a húmedo que te infla los pulmones, y si te descuidas también las ideas. Contar algún caracol en las escaleras mojadas. Mirar al cielo y ver un tobogán de colores caprichosos que los ángeles, aburridos, han desplegado para jugar. E... irremediablemente se te dibuja media luna en la cara.
Hoy me conformo con una desde casa. Con Tontxu de fondo y un pedazo de Habana Blues. Sin brazos que protejan. Sin olor a húmedo. De lejos, la pureza de un día. De cerca, lo nuevo, que es bonito pero asusta (mucho). Y alguna cosa en el bolsillo: una sonrisa, un chupachús y unas pocas ganas de dar un abrazo; escrito en el alma, lo mismo que hace días: "à côté de l'espoir, petite..."; y bueno, la verdad es que me deshice de algunas cosillas...
Siento que algunas de las cosas que pasan cuando llueve, son por causalidad y no por casualidad. Ah, pero hoy no había arcoiris. Tal vez no se trata de una tormenta, a lo mejor son chubascos y entonces, el cielo que está vago (como yo), prefiere quedarse un poco gris, aunque le deje un espacio, pequeñito, al sol. Anaranjado, por cierto.
Un buen comienzo para enfrentar el miedo sería...
Un arcoiris en la ventana.
Duendecilla, sonriendo.

jueves, 8 de septiembre de 2005

Construir o plantar.

Cada persona, en su existencia, puede tener dos actitudes: construir o plantar. Los constructores pueden demorar años en sus tareas, pero un día terminan aquello que estaban haciendo. Entonces se paran y quedan limitados por sus propias paredes. La vida pierde el sentido cuando la construcción se acaba.
Pero existen los que plantan. Éstos a veces sufren con las tempestades, las estaciones y raramente descansan. Pero al contrario que un edificio, el jardín jamás para de crecer. Y al mismo tiempo que exige la atención del jardinero, también permite que para él, la vida sea una gran aventura.
Paulo Coelho, Brida.
Regalo de Narazul, hablando de las horas. Buscaré huecos para el color naranja, claro. Lo necesito, me apetece... pero ¿te das cuenta de que todos los demás colores, incluso las horas en blanco, siempre llevarán esencia naranja? A ver qué tal van las cosas. Ojalá las rojas, las azules y las verdes salgan adelante. Entonces las naranjas vendrán solitas, porque el alma las pide un poco. De todas formas... siempre quedará la opción de las 9 de la noche.
Un beso y un gracias que llevaba en el bolsillo con sabor a caramelo.
Duendecilla.

lunes, 5 de septiembre de 2005

Diversidad...

Se lo escribí a Marina, una vez, en respuesta a algo suyo. Sé que no la importará que lo comparta. Después de todo, a mí, ahora me sirve después de un tiempo. Porque nuestras vidas y nuestros mundos se componen de personas. De muchas y muy diferentes. Hay algunas veces que no escribes aunque tengas mucho que contar, porque el alma lo guarda mejor. Hay algunos que te llamarán muchas cosas que dices, pero seguro que a veces, no te llaman nada, y dejan que el silencio hable. Escúchalo. Hay algunos que te llaman estupideces; pero siempre vas a saber el matiz de esas bobadas: de quién te las dice, cómo y por qué. O bueno, a veces no y entonces duele. Hay algunos que a veces intentan hacer oídos sordos para hacerse los duros o los valientes; pero muchos más de los que imaginas, tus palabras no les suenan huecas. Hay algunos que te piden que les escuches, y otros que no te lo piden porque saben que lo haces. Con más o menos gana, pero lo haces. Hay algunos que te hacen reír o llorar, dices. Pero... ¿te has parado a pensar cuantos de esos "algunos" te hacen llorar de alegría? ¿Y reír de cansancio o de hastío? seguro encuentras. Otros te ayudan a disfrutar, a otros les ayudas tú, con otros compartes, otros te comparten... cuando algo se convierte en asunto de dos o más de dos, siempre es chulo, ¿no crees? Y otros que te enseñan, y otros a los que tú enseñas. Unos, desconocidos. Otros, de casi toda una vida. Unos tienen miedo. Otros te dan miedo. Unos apuestan por tí. Otros, apuestas tú por ellos. Unos caminan contigo. Otros, caminas con ellos. Y algunos pocos van de la mano, de tu mano. Unos, te enseñan a ver las cosas diferentes. Otros, esperan que tú se las pintes de rosa. Unos, te hacen pasar malos ratos. Otros, buenos momentos. Algunos, de todos un poco. Unos sonríen. Otros esperan que tú sonrías. Otros te miran y sonríen. Y otros tantos sonríen y se te dibuja la sonrisa a tí. Unos, hacen de un día entero el mundo. Otros hacen de un mundo, el día entero. Otros, simplemente hacen días y mundos. Unos te incluyen en su vida. Otros, les incluyes tú en la tuya. Y... de esos tantos, solo unos poquitos comparten latidos, experiencias y mares contigo. Unos, dan. Otros, reciben. Unos dan para recibir. Otros reciben sin dar. Otros pocos dan sin recibir nada, y otros poquitos poquitos reciben dando y dan recibiendo, así es bonito. Unos no merecen tenerte. Otros sí. Ya ves, así son las cosas. Unos darán las gracias, otros no. Unos serán agradecidos sin decir "gracias", otros ni eso. Unos piensan que sus cosas te importan un pimiento, otros no. Otros habrá que tus cosas les importe un pimiento, mientras que a otros tus cosas serán parte también de sus cosas. Unos te querrán mucho diciéndotelo y a lo mejor otros te querrán más sin decírtelo. Otros te ayudarán mucho. Otros te mimarán mucho. Otros te amarán mucho. Otros te harán muy feliz... pero otros no. Mira, escucha, sonrie, siente, VIVE: el silencio, en el silencio.
Ahí se esconde a veces lo más obvio.

Schhh!...

Schhh!... No hagas ruido... ¿Qué dices? Que sí, que sí... Schhh!... ¿Cómo? Que no, que no... Mañana me lo cuentas ¿vale? Schhh!... Que no, si ya te lo he dicho. No estoy durmiendo, pero... Déjame seguir soñando.

domingo, 4 de septiembre de 2005

Algún minuto de Coelho.

Érase una vez un pájaro, adornado con un par de alas perfectas y plumas relucientes, coloridas y maravillosas. En fin, un animal hecho para volar libre e independiente, para alegrar a quien lo observase. Un día, una mujer lo vio y se enamoró de él. Se quedó mirando su vuelo con la boca abierta de admiración, con el corazón latiéndole más deprisa, con los ojos brillantes de emoción. Lo invistó a volar con ella y los dos viajaron por el cielo en completa armonía.
Ella, admiraba, veneraba y adoraba al pájaro. Pero entonces pensó:
"¡Tal vez quiera conocer algunas montañas distantes!".
Y la mujer tuvo miedo. Miedo de no volver a sentir nunca más aquello con otro pájaro. Y sintió envidia, envidia de la capacidad de volar del pájaro. Y se sintió sola. Y pensó:
"Voy a poner una trampa. La próxima vez que el pájaro venga, no volverá a marcharse".
El pájaro que también estaba enamorado, volvió al día siguiente, cayó en la trampa y fue encerrado en la jaula. Todos los días ella miraba al pájaro. Allí estaba el objeto de su pasión, y se lo enseñaba a sus amigas que comentaban: "Eres una persona que lo tiene todo".
Sin embargo, empezó a producirse una extraña transformación: como tenía al pájaro, y ya no tenía que conquistarlo, fue perdiendo el interés. El pájaro, sin poder volar ni expresar el sentido de su vida, se fue consumiendo, perdiendo el brillo, se puso feo, y ella no le prestaba atención, excepto para alimentarlo y limpiar la jaula.Un buen día, el pájaro murió. Ella se puso muy triste y no dejaba de pensar en él. Pero no recordaba la jaula, recordaba solo el día que lo había visto por primera vez, volando contento entre las nubes.
Si profundizase en sí misma, descubriría que aquello que la emocionaba tanto del pájaro era su libertad, la energía de las alas en movimiento, no su cuerpo físico. Sin el pájaro, su vida también perdió sentido, y la muerte vino a llamar a su puerta.
"¿Por qué has venido?", le preguntó a la muerte.
"Para que puedas volar de nuevo con él por el cielo", respondió la muerte. "Si lo hubieses dejado partir y volver siempre, lo admirarías y lo amarías todavía más; sin embargo, ahora necesitas de mí para poder encontrarlo de nuevo".
Paulo Coelho, Once Minutos.

sábado, 3 de septiembre de 2005

Noche de estudio, digo.

Y en la oquedad de un suspiro...

...mientras el sol se escondía sin ser "eclipsado"...

... ahí estaba, mandándole un pensamiento que decía:

"... à côte de l'espoir, petite".

Y siguieron compartiendo sueños.

Pero pasó que era una noche de insomnio...

...donde su único acompañante era un cazador de sueños.

Y se lo robó. Quizá la próxima vez. Sin eclipses.

jueves, 1 de septiembre de 2005

Narazul.

Duendecilla y Narazul. Hoy pensando, no encontraban bien el comienzo de los lazos. Eran recuerdos vagos, pequeños cristales que habían ido encajando en el tiempo, conformando un espejo, que por diminuto que pareciera, cabían muchas cosas, y... mucha gente. Había sido una tarde preciosa y mientras llegaba a casa, tras haber estado con personajillos de siempre, pensaba en todo lo que habían compartido. Duendecilla escribió un cachito que decía: "Gracias, Narazul. Por la tarde, las metáforas y las sonrisas: grata sorpresa, ¡que duren!. Por las palabras clave, por la frase acompasada de arcoiris. Por la música y por acompañarme gustosamente en el CAMINO de ordenar ideas y sentires. Hasta la próxima aventura: Duendecilla sin gorro, al descubierto".

Empezando otro cuento.

Había una vez un duende pequeño, con gorro y orejas de duende. Por las mañanas, miraba el cielo, lleno de nubes. Por las tardes, comía caramelos con otros duendes, hadas y deidades. Por las noches, pintaba el mundo de azul y pensaba... creaba. Amaba la vida, las horas, las cosas... Amaba la amistad aunque no siempre salieran las cosas bien. Sentado en su almohada, imaginaba un entorno más perfecto dentro de su tremenda imperfección. Y siempre pedía el mismo deseo en las estrellas: "lluvia de sonrisas y chocolate". Y a veces, cuando al viento se le antojaba, se sentía rodeado de amor y se le perdonaban todos sus errores.

Por casualidad... ¿no le habréis visto? Se marchó sin despedirse.

martes, 30 de agosto de 2005

El mes de los desencuentros

He debido perder el paraguas Y me empapan palabras amargas En el mes de los desencuentros Me han herido a pecho descubierto Mi dolor de cabeza La falta de certeza No me dan tregua Y me duele la lengua De hacer preguntas De dar respuestas
El tren de las equivocaciones Ha descarrilado dos vagones Que vienen llenos de malas noticias Y no dejan ninguna caricia El mes de los desencuentros Deja mis brazos desiertos Y una afonía que no me deja gritar Que tú eres lo mejor del día
SI TE PIENSAS QUE AHORA VOY A RENDIRME TE RECUERDO QUE HOY EN LA BATALLA PIENSO EN TI Y AUNQUE CORREN TIEMPOS IMPREDECIBLES TE PROMETO QUE TRAS LA TORMENTA SEGUIRÉ AQUÍ TENIENDO COSAS QUE DECIR CANTANDO SOLO PARA TI, SOLO PARA TI.
En el delta de las decepciones, Un bicho raro que escribe canciones Intenta dar la vuelta a esta tortilla Sueño que se vuelve pesadilla Extremos que no se tocan Miradas que sellan bocas Lo que no dices Me deja cicatrices En mi estampida No hay despedida
Quédate alli donde pueda verte Y cuando sientas que tiemblo Aprieta la mano fuerte Cuida de que esta noche no coja frio Y de que tanto reproche No me haga perder el sentido Y prométeme que hoy dormiré...
SI TE PIENSAS QUE AHORA VOY A RENDIRME TE RECUERDO QUE HOY EN LA BATALLA PIENSO EN TI Y AUNQUE CORREN TIEMPOS IMPREDECIBLES TE PROMETO QUE TRAS LA TORMENTA SEGUIRÉ AQUÍ TENIENDO COSAS QUE DECIR CANTANDO SOLO PARA TI, SOLO PARA TI.

Elena Bujedo, El mes de los desencuentros.

lunes, 15 de agosto de 2005

Punto y FINAL.

Te odio. Te odio y siento rabia. Me hierve la sangre con tus mentiras. Te crees que llevo hilos de marioneta a tu antojo y no tienes ni idea. Estás amargado y lo pagas conmigo. Me tratas como si estuviera paranoica. Tan pronto me abrazas y me besas como me ignoras y desprecias. No sabes quién eres. No te reconoces. No tienes ni idea de qué es lo que quieres y pretendes tenerme ahí hasta que se te encienda la bombilla. Olvídame, no me mires, no me busques. Mira que me importas; pero NO TE QUIERO EN MI VIDA. Me dueles demasiado. Quédate con tu millón de "yos" haciéndote compañía. Y cuando en el amor sigan dándote la espalda, entonces me buscarás y yo, ojalá pueda, te diré que... lo único que siento por tí es indiferencia. Me engañaste. Los engañaste. Nos engañaste. Pero... te intentas engañar tú y no te logras convencer y patinas en tus actos y también en tus palabras. Este truco no ha salido nada bien, se han visto las TRAMPAS. Pensándolo mejor, no es odio. Yo no pierdo el tiempo en odiar(te): es RABIA. Porque vas de soberbio y de ser el más chulo del barrio... y en realidad no eres más que un cobarde con una coraza que te pesa toneladas tapando un alma preciosa y una dulzura que fue lo que me enamoró. Tú mismo, solo, eres el que no dejas brillar lo mejor de tí. Una de cal y una de arena, hazlo con quien te lo permita; pero conmigo no. No juegas más. Nunca. Jamás. El vaivén para las olas, que juegan con arena. Tú has jugado con un alma. Tenías razón cuando decías que toda magia siempre lleva trampa. Y a la mierda los ratos, los abrazos, los cielos con estrellas, Sabina y los duendes. Punto y FINAL.

domingo, 14 de agosto de 2005

... pero contenta.

Cerrando círculos. Título de algo que me mandaron desde México en uno de los peores momentos. Y si entonces no me achiqué, ¿por qué lo hago ahora? Cerrando círculos. Cerrar círculos. Cuánto duele, y no es mi problema, gracias. Y no pienso permitir que nadie me haga sentir mal. Que no. Y no sé cuál creerme y cuál no. Qué cansado es todo. Me la sopla pensar en príncipes azules, pero nadie me va a estropear mi cuento; y si eso significa soñar, soñaré. Y os invito a que soñéis conmigo. Y también a cerrar círculos, que es necesario a veces. Ha habido cosas, muchas de ellas importantes, durante estos días. Y lo demás, es historia. Porque lo importante es que me encanta que sigamos creciendo de la mano, que estemos. Y hay cosas que me han jodido, claro; pero esas ya no cabrán más aquí. Nunca jamás. Porque me he dado cuenta, y os lo agradezco, de muchas cosas. Siempre me sorprendéis. Gracias, con paciencia, por un cigarro con manta en la terraza; por prestarme, con amor, unos ojos y una cabecita cuando yo veía e intuía poco y raro; y por una conversación seria, con dulzura, en un sofá con una chica de pelo planchado; y por un "gracias", con complicidad, tomando un tequila; y por un baile con vueltas, con gracia, en la chupi pequeña; y por estar ahí, con perseverancia, y proponerme un café de domingo... Pero si me perdonáis, me quedo con un te quiero, con agradecimiento y de verdad, que se me dijo a los ojos. No lo puedo cambiar. Me llegó al alma. Todo muy bien. Ya lo sabéis. Y los payasos y las payasas, al circo y del circo. Ahora... siempre quedarán los célebres ratos de niñas salidas, jajaja: - This is my f... jajaja... - Touch my ch... jajaja... Una cena de niñas pendiente. Una maleta repleta de abrazos y ganas de aprovechar el tiempo en viaje muy importante. Y nada, muy poco delicado pero sin peros. Que os vaya bonito. Ah, y cuando me miro, me reconozco en el espejo. Duendecilla.

domingo, 7 de agosto de 2005

Buenas noches

Hubo... Ratos que me reí. Ratos que disfruté. Ratos que imaginé. Ratos que me cansé. Ratos que tuve frío. Ratos que sonaban a otros ratos. Ratos que me negaron un beso. Ratos que no. Ratos que bailé. Ratos que creí. Ratos que estuve. Ratos que parecí. Ratos... que se hicieron cortos y ratos que se hicieron eternos. Solamente espero que, fuera de mis ratos, vosotros lo pasaráis bien. Y que ese beso mañanero que se me negó, se piense mejor, que ha dolido. Así... que olvidemos el sol y la mañana, el desayuno y el primer cigarro de Domingo, y el coche y los dos buses de vuelta hasta casa... y digamos: Buenas noches.

lunes, 1 de agosto de 2005

Las cosas... pasan.

La distancia... desencanta. Los kilómetros... cuestan. Los detalles... hay que pensarlos muy bien. Los momentos... no existen. Lo especial... se escapa. El egoismo... se confunde con antojo. La culpa... siempre del más débil. El agradecimiento... necesario. Las palabras... la única medicina. La sinceridad... firmada en contrato, debería. La dureza... ahoga los ratos.
Los enfados... imposibles. Vivir en la ignorancia... no duele. El teléfono... un suplicio. La ilusión... un poco rutina. El calendario... mejor en la basura. Querer tanto... NUNCA mÁS:
- Ya me suena.
- No se entiende, no pensaba que eso pasaría. p.d. Hoy no tengo ganas de ir a ninguna parte. p.d. Quizá mañana. Seguro. Duendecilla.

viernes, 29 de julio de 2005

Para vosotras.

La magia terminó mal, y lo arrastro: necesitaba contaros BIEN mis cosas y no pude. Sigo agobiada y rara por ese rato mal acabado para mí. Vuelvo a estar un poco alterada y ya no tengo paciencia para algunas cosas, me vendrá bien volverme a ir unos días. No me gustan los comentarios duros, duelen y me tocan el orgullo aunque dentro de un instante fijo que los agradezco sin problema. No puedo pedir y os pido. No puedo esperar y espero de vosotras. No puedo planear y planeo con vosotras. No puedo imaginar y lo hago, con vosotras y a vuestro lado. No puedo ser invisible y muchas veces me encantaría. No puedo dejar de pensarlo todo y ojalá, descansaría una barbaridad y entonces no tendría con ninguna de vosotras encontronazos como el de esta tarde que me está doliendo. La confianza da asco, pero espero que NUNCA nos lleguemos a perder el respeto. Besos. A las tres. Pasadlo bien. Leeréis esto cuando ya me haya ido, y aún nos queda una noche por delante, espero que mi actitud arisca se suavice. Necesito un bálsamo que consigue curarlo todo. ¿ME daréis un abrazo? Creo que somos a veces tontas y no nos damos cuenta de lo que tenemos, hasta que pasan roces estúpidos y nos duele. Y luego lloramos, por fuera o por dentro, pero lloramos. Vamos a seguir cuidando de esto, niñas, por Dios! Nos vemos.

domingo, 17 de julio de 2005

Almu: foto!

Amu y yo. Alucinando. Wuuuooo! jajaja... Jajaja... Sé que odias esta foto. A mí me encanta. Me pedías que pusiera una foto tuya o nuestra. Bien, aquí la tienes! jajaja... Un abrazo baboso. Tata. Nos vemos en cuatro días. Volveré con ganas de mimos mañaneros, así que espero que te vayas preparando... Tu tata peque.

miércoles, 29 de junio de 2005

Mar adentro

La escena de "¿pero tú fumas? no, es por si me mata, pero nada", las miradas, el acento, los actores, las sonrisas, y las lágrimas, el demiurgo de Amenábar... y... EL POEMA DEL FINAL con esas vistas...
Esta peli ha hecho mella.
Aún con el tiempo sigue haciéndola.
Beso. Mar adentro.
MAR ADENTRO Ramón Sampedro. Mar adentro, mar adentro, y en la ingravidez del fondo donde se cumplen los sueños, se juntan dos voluntades para cumplir un deseo.
Un beso enciende la vida
con un relámpago y un trueno, y en una metamorfosis mi cuerpo no es ya mi cuerpo; es como penetrar al centro del universo.
El abrazo más pueril, y el más puro de los besos, hasta vernos reducidos en un único deseo.
Tu mirada y mi mirada como un eco repitiendo, sin palabras: más adentro, más adentro, hasta el más allá del todo por la sangre y por los huesos.
Pero me despierto siempre y siempre quiero estar muerto para seguir con mi boca enredada en tus cabellos.

¿Amar?

¿Amar = estar enamorado? ¿Amar es abandonarse y confiar? ¿Amar es compartir las riendas de tu vida? ¿Amar a todo y a todos, o sólo exclusivamente a un alguien? ¿Amar: eterno o fugaz? ¿Amar con el tiempo o en el tiempo? ¿Amar y miedo? ¿Amar y pánico? ¿Amar necesario? ¿Amar imposible ahora? ¿Amar o ser amado? ¿Amar sencillo? ¿Amar y/o Amor?

lunes, 27 de junio de 2005

Y esta soy yo.

Y ESTA SOY YO
"El
sueño
de
Morfeo" Y
esta
soy
yo... Dicen que soy un libro sin argumento, que no sé si vengo o voy, que me pierdo entre mis sueños. Dicen que soy una foto en blanco y negro, que tengo que dormir más, que me puede mi mal genio. Dicen que soy una chica normal, con pequeñas manías que hacen desesperar. Que no sé bien donde está el bien y el mal... ¿dónde está mi lugar? Y esta soy yo: asustada y decidida; una especie en extinción tan real como la vida. Y esta soy yo: ahora llega mi momento. No pienso renunciar, no quiero perder el tiempo. Y esta soy yo... Dicen que voy como perro sin su dueño, como barco sin su mar, como alma sin su cuerpo. Dicen que soy un océano de hielo, que tengo que reír más, y callar un poco menos. Dicen que soy una chica normal con pequeñas manías que hacen desesperar. Que no sé bien donde está ni el bien y el mal... ¿dónde está mi lugar? Y esta soy yo: asustada y decidida. Una especie en extinción tan real como la vida. Y esta soy yo: ahora llega mi momento. No pienso renunciar, no quiero perder el tiempo. Y esta soy yo... No sé lo q tu piensas. No soy tu cenicienta. No soy la última pieza de tu puzzle sin armar. No soy quien ideaste, quizá te equivocaste. Quizá no es el momento. Y esta soy yo: asustada y decidida. Una especie en extinción tan real como la vida. Y esta soy yo: ahora llega mi momento. No pienso renunciar, no quiero perder el tiempo. No sé lo q tu piensas. No soy tu cenicienta. No soy la ultima pieza d tu puzzle sin armar. No soy quien ideaste, quizá te ekivocaste. Quiza no es el momento de apuntar lo que hice mal.
Y esta soy yo...

viernes, 24 de junio de 2005

Deseos quemados y Neruda

Bonita noche la de ayer. San Juan. Me quedo con el momento de las cuatro niñas quemando los deseos en la arena. Fue especial. Cuántas estrellas, y fuego y agua, y hadas y deidades. Y ángeles de la guarda... Parece que hoy está todo un poco nuevo. Todo empieza un poco de cero... Os voy a compartir algo que me ha enviado Ana. Sé que a más de un@ le gustará. Beso. Azul.

QUEDA PROHIBIDO de Pablo Neruda

Queda prohibido llorar sin aprender,

levantarte un día sin saber qué hacer,

tener miedo a tus recuerdos.
Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quieres,abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños.
Queda prohibido no demostrar tu amor,
hacer que alguien pague tus dudas y mal humor.
Queda prohibido dejar a tus amigos,
no intentar comprender lo que vivieron juntos,
llamarles sólo cuando los necesitas.
Queda prohibido no ser tú ante la gente,
fingir ante las personas que no te importan,
hacerte la graciosa con tal de que te recuerden,
olvidar a toda la gente que te quiere.
Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo,
no creer en Dios y hacer tu destino,
tener miedo a la vida y a sus compromisos,
no vivir cada día como si fuera un último suspiro.
Queda prohibido echar a alguien de menos sin alegrarte,
olvidar sus ojos, su risa, todo
porque sus caminos han dejado de abrazarse,
olvidar su pasado y pagarlo con su presente.
Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen más que la tuya,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha.
Queda prohibido no crear tu historia,
dejar de dar las gracias a Dios por tu vida,
no tener un momento para la gente que te necesita,
no comprender que lo que la vida te da, también te lo quita.
Queda prohibido no buscar tu felicidad,
no vivir tu vida con una actitud positiva,
no pensar en que podemos ser mejores,
no sentir que sin ti este mundo no sería igual.

miércoles, 22 de junio de 2005

(Sin título)

Medio segundo. Medio segundo que marca la diferencia. La diferencia entre la felicidad, cumplir un sueño o... quedarte a las puertas. La diferencia entre recibir noticias o aprender a entender los silencios. Noticias... ¿De quién? Los silencios, aunque traigan mil noticias, se hacen tan amargos como los últimos besos. No es amargura, es más bien melancolía. ¿No te das cuenta? Melancolía: extrañar lo bello. Y como yo digo siempre, lo que es bello es porque es triste. Todo un circulo vicioso. Y otra vez esa palabra: saudade. Noticias del viento. Noticias de lejos. Noticias en suspiros, en palabras que no se dicen. Noticias en lo bello de la melancolía. Saudade. ¿Y si no quiero noticias¿ ¿Y si prefiero vivir ausente vivir de sueños, de ilusiones desamparadas?...y cómo no, el viento vuelve. No trae noticias, no. Se lleva ilusiones y me trae recuerdos que creía olvidados. Me deja sola otra vez. Con mis recuerdos. "La vida es sueño", decía Calderón. Puedes convertir los sueños en noticias, haciéndoles realidad. El viento nunca está vacío de susurros. Jamás, pequeña, porque el viento se mueve por las almas y las almas nunca están vacías. ¿Recuerdos olvidados? Qué paradoja. Nunca estarás sola si estás viva, porque con tu vida y tu alma, el viento seguirá lleno de suspiros. Lleno de recuerdos. Y seguirán humedeciendo la herida para que en ningún momento termine de cicatrizar. Podríamos en todo caso- podría yo, en todo caso-, tapar mis oídos para dejar de escuchar aquellas mentiras tornasoladas que eran un bálsamo diario. Podría dejar de acariciar las sábanas imaginando que tu mano está jugando a los silencios a escondidas, bajo la tela blanca para que nadie más lo sepa. Como un secreto. Podría. Pero no. No puedo. Y no puedo porque no quiero. Noticias. Heridas. Mentiras. Cicatrices. Viento. Recuerdos. Olvido. Silencios. Soledades. ¿Estás viva? Yo diría que sí. Acaricia la tela blanca y sigue jugando. Pero no vale cerrar los ojos, hay que mirar y atreverse a sentir. Atrévete para que cuando volvamos a encontrarnos, no se nos haya olvidado jugar a los silencios, escondiéndonos del mundo, dejando nuestras almas al viento, en una mano.
Pía y una duendecilla.

martes, 21 de junio de 2005

Y...

Estoy escuchando unas canciones que me regalaron hace poco. Y no digo “un disco que me regalaron hace poco”. No. Digo unas canciones porque es lo que me regalaron, porque sé que esas canciones dicen cosas. Dicen cosas al remitente. Dicen cosas al destinatario, en este caso: yo. Una se da cuenta de que hay más gente loca que lucha por la vida. Y el amor. Y esas cosas que en este mundo de hoy, parecen de cuento. Ojalá nunca se escape un poco de Peter Pan, ni de Campanilla. Ojalá vivamos siempre esos ratos en Nunca Jamás. La vida es un cuento que escribimos cada día con música de fondo. Cuentos. Como los que me leía papá sentado en mi cama. Cuentos como los de Gloria Fuertes, por ejemplo, con los que crecí. Personajillos que dormían conmigo, en mi almohada: Coleta la Poeta y el pingüino Marcelino, que siempre me hacían llorar. La casita de chocolate que él versionaba cada noche para que yo siguiera atenta. El viento que soplaba y me daba escalofríos cuando hacía el sonido con sus labios y tengo clavado a fuego: “Fffshhhuuu, fffshhhuuu...”. Cuentos de príncipes azules y princesas y un Principito. De alfombras mágicas y brujas y una niña que se llamaba Micaela que no sabía jugar. De casas encantadas. Y de Momo!... Música. Y canciones. Canciones hasta para que una aprendiera a atarse los zapatos, y las horas del día, y los números, y que había que comer de todo. Y luego estaba la poesía. Claro. Poemas que Lala y Yayo me contaban de carrerilla, y yo me aprendía. Y la guardería con las hormiguitas, y una canción que no recuerdo que nos ayudaba a desentumecer las manos en invierno. Y los discos de Vinilo y un acordeón que tocaba el hijo de Margarita, la cocinera. Y mis primer cassette que tenía micro y todo. Y mi amigo imaginario que era una bola de madera amarilla con ojos a la que llamé Bolita, y con el que grabé cintas y cintas, hablando y cambiando voces... y hoy en día, han desaparecido. Y mi primer peluche intocable, que me compró mamá cuando salimos del hospital (porque yo dí guerra desde el principio, jeje...) y se llamaba Punky, porque tenía pelos azules que no tardaron mucho en desaparecer porque me los comí (yo siempre tan original...)...
Y mi primer día de guardería. Y mi primer día de cole, con mi uniforme nuevo y mi bolsa azul que me doblaba el peso pluma que yo era por aquel entonces. Y mi primer día de comedor, donde empecé comiéndome el postre. Y mi primer rato con Ana García y compañía. Y el último. Y mi primera llorera rabiosa. Y mis primeros triunfos. Y mi primer día en el 2º pabellón, con los calcetines marrones, y no blancos. Y mi primer día de uni... Y mi primer día sin Almu. Y mi primer día con Marina. Y mi rato con Eva después de arreglar cosas. Y mi primer rato después de tiempo con Yvvi. Y mi primer domingo tomando café con Vane. Y mi primer beso, y mi último beso hasta hoy. Y mi primer paseo con Yayo que fue por el campo, y el último, que fue por el pasillo del hospital, cuando iba con su bastón nuevo y presumiendo de nieta con todos los que allí había. Y mi primera huida.Y mi primer chupito con mi Gasolita. Y un día con Víctor. Y una noche loca con mis Descontroladas favoritas. Y mi primera carcajada con Cris y la última. Y mi primer pozo a la desesperación. Y mi primera ilusión que no la última, por supuesto. Y mi primera vez de mandarlo todo a freír espárragos. Y una vez que me sentí humillada. Y la primera ostia. Y la segunda ostia. Y cuando dije “hasta aquí hemos llegado”. Y una cena con mis Tañeditas. Y mi primer abrazo con Mi Rubita. Y mi primer dolor fuerte. Y mis expectativas. Y mi llegada del Campo de Trabajo. Y mis conversaciones con Victoria hasta las mil de la madrugada. Y mi primer día picando las paredes de una hermita. Y cuando me emocioné en el Molino del Capitán. Y el primer “te necesito” de Esther. Y un rato con el Mister. Y un paquete desde México. Y una locura en Junio. Y cuando odié a alguien por primera vez. Y cuando abrí las compuertas del corazón cerradas a cal y canto de nuevo. Y mi primer abrazo con Ana. Y un rato en una estación de tren. Y una carta de Sole. Y un libro dedicado donde decía “Espero que nuestro futuro sea igual de alegre que nuestro pasado”. Y una sorpresa. Y dos. Y mil. Y un mimo mañanero. Y una mano que lo dijo todo sin hablar. Y una experiencia. Y un helado de chocolate. Y un pacharán. Y una guitarra nueva. Y una borrachera. Y mil cigarros hablando del alma. Y un “Si Amaneciera”. Y un “Corazón de Mimbre al oído”. Y una noche de verano hablando y llorando en el puente. Y un cielo en invierno. Y un desliz inoportuno. Y mucho miedo. Y sentirme ridícula una vez y dos y tres... Y seguir siendo una niña. Y no saber encajar cosas. Y quererte tanto. Y pensar en los demás si lo necesitan. Y pensar en mi pero poco. Y tener paciencia. Y necesitar pelas por un tubo a la voz de ya. Y sacar un maldito 6.25 esperando un notable o incluso más. Y esperar. Y hacer planes. Y deshacerlos. Y fallar a gente que me espera como Raúl y Sergio, y Anira y... quererles igual, pero no se lo creen. Y un café con May. Y una conversación con Ana hasta las 2 de la madrugada. Y un estar tranquila un rato. Y un Nemito que ya no está. Y no estar en fiestas este año y temer que la gente no lo entienda. Y un viaje a Colonia. Y dos enanas que aprecio mil. Y entregarme tanto y tan rápido, no se entiende. Y confiar, que nunca se sabe. Y desconfiar, y entonces no está bien tampoco. Y querer tanto otra vez, sabiendo consecuencias. Y jurarme no volver a hacerlo y no poder. Y necesitar de. Y redescubrir los “te quieros” y que no sirvan. Y decir “te quiero” y que sirva. Y hacer daño sin quererlo. Y dar pie a cosas, sin quererlo. Y no querer nada. Y que no me la sople nada. Y desvaríar. Y Dios. Y la magia. Y la casualidad. Y Silvio. Y Aute. Y Fernando Delgadillo. Y el sol. Y la piel. Y las cosquillas. Y no dormir en toda la noche. Y los pipis. Y los leles. Y Altea. Y lo que os echo de menos. Y la gente que está fuera. Y esa Barna lejana. Y la familia, poca y mal unida. Y las guerras adorables con mamá. Y el petardo encantador de mi Tate. Y el orgullo de papá y su amor. Y Gos con su mirada triste que sigue buscando un poco al abuelo. Y el respeto. Y lo que sobra. Y lo demás. Y lo de más. Y los no sés. Y los "quiero". Y los "puedo". Y septiembre. Y los dónde y cómo. Y los cuándo. Y los días sin horarios. Y los días sin planes. Y vegetar. Y tener miedo. Y las noches asquerosamente calurosas. Y los mosquitos. Y los kilómetros. Y Melendi. Y el Sueño de Morfeo. Y cerca de 90 nombres. Y las respuestas que no quiero y las que quiero. Y las cosas que digo sin animo de ofender, y ofenden. Y cuando me llamaron agresiva. Y cuando me dijeron que no dijera eso que me encantaba decir. Y cuando me dijeron que no. Y un minuto tocando. Y un ensayo en viernes. Y un chicle pegado en el zapato. Y una canción a capella. Y una sonrisa preciosa. Y unos ojos negros llenos de luz. Y las velas de coca-cola. Y un gorrito de colores. Y luego qué. Y el apoyar sin entender. Y el ser egoísta y sentirme horrible. Y un pañuelo azul. Y un vengastaluego. Y un en fin. Y una rosa amarilla ya seca. Y la libertad. Y la soledad. Y las pinceladas. Y la amistad. Y lo especial. Y el no saber. Y el prescindir. Y el "no me volverá a pasar". Y las carcajadas. Y los recuerdos. Y los instantes. Y las estrellas. Y afinar una guitarra. Y un café solo con hielo y dos azucarillos. Y los fijiis. Y Maje y Ana. Y Pepo. Y Sonia y María. Y las visitas pendientes. Y los abrazos y los mimos que se agolpan y luego te llenan el alma y te vacían los depósitos de lágrimas. Y las ganas. Y los nudos en el estómago. Y los nervios. Y los reencuentros. Y las llamadas de teléfono. Y la playa. Y los azules. Y la poesía. Y las canciones. Y los cuentos. Y cuántas cosas.
Y seguiría sin cansarme toda la noche. Y gracias a los que me ayudáis a hacer de mi vida un cuento.
Y besillo. Azul y pequeño.
Y... Duendecilla.

lunes, 13 de junio de 2005

La piel del sol

Estaba cansada. Cansada de nada y de todo, a veces ocurre. Y me fui a dar un paseo sola. Fui hasta el gran paseo para ver el mar. Pero quería más. Y me descalcé porque intuí que pisaba tierra sagrada, y no le pregunté nada a la arena para saber si tenía que quitarme mis zapatos, me los quité y ya. En silencio. Y me quité un zapato y viendo que no quemaba a pesar del sol, me quité el otro zapato. Y como no quemaba me quité un calcetín y luego el otro. Y caminé hasta la orilla. Un paso, y luego otro, y otro... y al principio los contaba, luego ya olvidé el número de pasos, pues noté que lo importante era haber llegado hasta la orilla. En silencio. Y una vez en la orilla me subí el bajo de los vaqueros para no mojarlos, porque quería más. Ya no solo quería ir hasta el final del paseo y pisar la arena. No. Quería sentir el agua cosquilleándome los pies. Estaba fría y eso despertó mis soñolientos sentidos. Ahí estaba yo, de pie, en la orilla, hundida en la arena mojada, con mis zapatos en una mano y mi cantidad de recuerdos en la otra mano. En silencio. Soplaba el viento y me despeinaba los rizos. Olía salado. Olía a mar. Olía a sueños. Algunos rotos, otros a medias, otros mal logrados, otros conseguidos; pero olía a sueños. Y levanté más la cabeza y ví las gaviotas y el cielo con nubes azulado plomizas. Y el sol. En silencio. Y de nuevo me senté y empecé a pensar en el sol. Allí, lejos. Radiante, brillante, regalándome luz y calor y color. Y miré de nuevo mis manos. Con ella había hecho tantas cosas en mi vida: acariciar, palpar, escribir, pintar, tocar la guitarra, entrelazar, aplaudir, pedir atención... pero todo lo que había hecho con ellas había sido construir, después de todo. Y las estudié un rato. En silencio. Y extrañé que alguien me las agarrara con fuerza, o me las repasara dulcemente haciéndome cosquillas, o las sostuviera entre las suyas simplemente haciendo notar su presencia. Lo extrañé, pero supe que había ratos para todo y que esos ratos seguirían, porque seguiría habiendo gente, gracias a Dios, dispuesta a regalarme un ratito de sus manos. En silencio. Intenté con ellas, jugando, tapar el sol. Al principio, guiñando un ojo. Luego el otro. Luego cerré los dos y seguía viendo el sol. Su luz traspasaba incluso mi oscuridad. Y supe que el sol seguiría ahí siempre. Eterno confidente, eterno amigo, eterno compañero de viaje. Pero eterno. Y pensé en cómo serían las manos del sol. Porque las manos tienen piel, y el sol... ¿El sol tendría piel? Algún día me lo contarían o a lo mejor lo descubría yo, quien sabe, la vida es tan sencilla y tan complicada... En silencio. Y pensé en las cosas que me habían hecho daño. Y las arrojé al mar. Bien al fondo, para que el agua azul supiera colocarlas en un lugar, reposando, donde no crecieran ni hicieran más daño. Pero eran bien poquitas, porque había que ir cerrando círculos, claro. En silencio. Y de pronto, me ví sonriendo. Sonriendo porque me dí media vuelta porque escuché mi nombre. Y ahí estaba, esperándome y riéndose de mí a pleno pulmón, porque tenía todos los pantalones mojados y pegoteados de arena, estaba despeinada, y el sol había quemado mi cara pálida. Cogí mis zapatos, llenos de arena y los sacudí con las manos. Y por alguna extraña razón, tropecé con una botella. En silencio. Una botella que tenía un rollito de papel atado con un lazo. Azul, por supuesto. Y lo abrí mientras me decía desde el paseo que me diera prisa. El papelito decía: "¿Cómo es la piel del sol?". Y entonces volví a sonreír. Volví a meter el papel enrrollado en la botella, la puse el corcho de nuevo y la dejé en la orilla, por si las olas, jugando a los mensajes en una botella se la querían llevar de nuevo. En silencio. Volví al paseo y nos dimos un abrazo y un beso en la mejilla. No me preguntó nada, solo sonrió. Yo también sonreí. Y entonces, allí entendí que no siempre las cosas van o salen bien, pero que hay que sonreir. En silencio. Porque siempre habrá alguien esperando a que sonrías. Porque nos seguiremos encontrando paseos solitarios, zapatos y calcetines, pensamientos, cosas que desechar de nuestras vidas, soles y playas, manos y sonrisas. Azules. Personas esperándonos. En silencio. ¿Qué mensaje llevaba tu botella? Schhh!... En silencio. Sonríe. En silencio, que solo tú debes saberlo. Los demás ya lo verán. Brilla. En silencio, que solo tú debes saberlo. Los demás ya lo entenderán.
Rut. En silencio.