Ligera de equipaje.

Dice un sabio que Granada es mágica porque nunca pide cuentas de por qué regresas. Yo voy, pero nunca he vuelto. Madrid es otra historia: de mucha gente con historias, de muchas historias con gente. Cuatro días para un verbo pronominalizado que me han enseñado casi ayer. La capital es importante. El Sur me corre por las venas. Aunque ninguno de los dos vaya a ser como una vez hube planeado, sino todo lo contrario. Nervios contentos, una lumbalgia de urgencias y un Ver-veremos es cuanto ocupa mi maleta roja. Y de equipaje de mano, la sonrisa.

d.

Qué pequeña que soy yo.

Había una vez. Las mentiras sostenidas hacen que me acuerde más de ti y menos de lo que nunca fuimos / seremos. A ella se le agota la vida en cada segundo mal respirado y le espera un cielo limpio lleno de caramelos de toffee que saben a tarde con manta y tele. Me gusta mi nuevo trabajo pero no puedo recoger flores ni retirar piedras. La lluvia me ahoga un poco: no me inunda porque no estoy hueca; aunque tenga un eco en una diminuta caja de latón. Más palabras no salen: es por los nudos, que atascan las letras. Que llegue el final del cuento pronto, que me he quedado sin argumento ni ilustraciones. Sin palabras. Sin colores. Y a ver qué hago.

d.

Imagine, usted, por un momento.

Catarsis.

Vivir deprisa. Morir despacio. Imprevisiblemente.

d.

Vicky Cristina Barcelona.

... maría elena decía que sólo el amor inalcanzable puede ser romántico.

De Sofía Castañón.

... y espero en las trincheras / asomarse tus ojos.