lunes, 24 de noviembre de 2008

Presentación en Valladolid.

Yo no puedo poner palabras a esto, os regalo las de Nerea:
Parque de Atracciones nació, y nosotras lo vimos en Zaragoza una mañana de abril de 2008. Era (y es) blanco, con un corazón rojo derramando lágrimas y estrellas. En su margen inferior izquierda, nuestros nombres (Ana Muñoz, Ana Gijón Mendoza, Analía Basualdo, Clara Santafé Subirás, Laura Tajada Negredo, Nerea Ferrez y Rut Sanz). Aún sigo sin creérmelo cuando miro el libro en mi estantería, forrado, para preservarlo del tiempo. Si hace tan sólo un par de años me hubiesen dicho que ahora mis versos estarían publicados en una antología, no me lo hubiera creído. Bien es cierto también, que hace un par de años mis versos no eran lo que hoy son (más maduros), y seguramente dentro de otros dos años hayan mudado un poco de forma o de contenido. No se puede separar por completo el poema del poeta que lo escribió, porque en suma son uno, aunque uno y otro traten de desligarse y separar sus caminos a veces. Hoy, más de medio año después de la primera presentación de la antología, varias reseñas más tardes, presentaciones en Teruel, Madrid, Logroño y Valladolid, aún sigo sin bajar del todo de la nube en la que me subió la antología (tal es mi estado de inconsciencia, incredulidad y ensoñación). Esperando el autobús que me llevara de vuelta a Logroño, Rut me dijo que haría falta por lo menos una semana para que “pudiéramos sacarnos la percha de la boca” ya que era imposible que se apagara esa sonrisa que se nos había aferrado a los labios desde la tarde del jueves. Parque de atracciones quizás se convierta una simple antología más, un libro entre tantos de jóvenes poetas, quinientos ejemplares distribuidos por diferentes lugares de España y América (hay que recordar que Analía es argentina), o quizás sea este el primer paso a algo mayor. Siempre hay una primera vez para todo, y puede que ésta sea la nuestra de comenzar “algo grande”. Podría ser que no todas terminen o terminemos este camino, que algunas se queden o nos quedemos en el trayecto y no logremos subir más la ladera que nos lleva hacia nuestros sueños. Lo que sí es cierto es que no nos vamos a arrepentir, porque después de Valladolid le toca el turno a Barcelona, y luego, Buenos Aires y de ahí, volaremos. ¿A dónde? Quién sabe. ¿Cuándo llegaremos? Ni idea. Pero somos poetas rusas, somos jóvenes y tenemos ganas de comernos el mundo entre rimas y versos libres y revolucionar a quien se deje en nuestro caminar. Somos rusas y, como dijo Clara “¡Viva la revolución!”. Espero veros pronto y que os gusten nuestras palabras.
Ya tocaba. Tenía ganas de leer en mi ciudad y compartir con los míos este Parque de Atracciones. Gracias a todos. A todos los que habéis compartido conmigo estos dos días tan importantes. A los que esperaba que estuvieran, a los que no esperaba y estuvieron. A los que no esperaba y no estuvieron, a los que esperaba y no estuvieron. Una noche preciosa y una mañana siguiente llena de energía. A Nerea y Laura, por descontado. Y a Carlota. Ahora, hay que seguir trabajando. Un abrazo.

d.

domingo, 16 de noviembre de 2008

A nadie.

me engañaste las manos. me mordiste la vida. me agotaste la sangre a carcajadas de distancia. me perdiste el norte, y el sur, y el este, y el oeste; estabas en todas las horas (y en todas las olas y los adioses) del mundo. me regalaste las espinas de la historia más enfermizamente bella. me ocupaste de palabras cada espacio oscuro habitable. me aprendiste palmo a palmo hasta que volvió la luz. me envenenaste los azules mintiéndome los sueños. me profanaste las fórmulas más transparentes que ya jamás sonarán limpias. me palpitaste estaciones como nadie antes ni tal vez nadie nunca después. me atravesaste el cielo desde lejos. me ayudaste en los años más difíciles. me cambiaste en los años más cruciales. me cosiste - me bordaste - una bandera en las entrañas. me contaste colores con los cuentos más peligrosamente verosímiles. me revoloteaste mariposas alfabéticas de una boca hacia otra boca. me curaste algunas huellas. me arrugaste los adentros. me escribiste las cicatrices más imposibles. me aireaste las confesiones más complicadas. me enseñaste, desde el silencio más angustioso, que hay cosas que nunca deben perdonarse.
que hay cosas que, nunca, deben olvidarse.
d.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Gelatina.

Gelatina, de Ana Merino. Un charco de hielo con escamas, un poco de miedo y la oscuridad disfrazada del abismo. El amor no puede flotar a ciegas, se ahoga en el agua estancada del deseo.

lunes, 10 de noviembre de 2008

monocremática.

foto: papeto.
azulazulazulazulazulazulazulazulazul azulazulazulazulazulazulazulazulazul azulazulazulazulazulazulazulazulazul azulazulazulazulazulazulazulazulazul azulazulazulazulazulazulazulazulazul azulazulazulazulazulazulazulazulazul azulazulazulazulazulazulazulazulazul
de qué color.
d.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Me amontono como las cerezas.

"Me amontono como las cerezas. Se me ha metido entre ceja y ceja (...) beber del santo grial un sorbo. Si me pierdo en esta tremolina, ya puedes ser faro de Alejandria, que no me vas a encontrar. Nadie me va a insinuar que estorbo (...). Pero cuando más huyo, más me acerco; y es que anda el corazón suelto: a menudo sigo muriendo de amor. Si desde el puño hasta la sisa me está grande tu camisa. No consigo estar segura de quién soy: torcida y algo imprecisa, como la Torre de Pisa es mi sonrisa hoy. Desnuda como Gilda sin guantes, sé muy bien que nada es como antes (...). El espejo del portal, cuenta que no es carnaval mi hastío. Si no me quieres, me dejas: haz como con las lentejas. Yo no quiero ni un trocito del pastel. La casa por el tejado empezaba yo a tu lado: una y sola soy como la Torre Eiffel. Y de la ceca a la meca mi vida en una maleta. Soy gato sin cascabel". Como la Torre de Pisa, Elena BUGEDO.
Para curar un trozo en domingo.
d.

entrada anterior actualizada.

para que no se me queje nadie. d.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Granada - Madrid: música y poesía.

GRANADA. Horas de coche, todas. Y carcajadas contigo, (casi) todas también. Sin música, eso sí, que las antenas se estropean con el jabón. Miedos compartidos y recuerdos de puertas para adentro. Un ascensor claustrofóbico de cosas de antes y un papelón de diez minutos. Una luz que medía la paciencia. Una casa con anfitriones de lujo y bizcocho de chocolate. Un señorito con batín y otro que brindaba con una cerveza muy mala pero que cocinaba una sopa muy buena. De tapas sin tapujos y acomodándome al ron, entendi que el acento granaíno no hay que procurar comprenderlo, con sonreirlo basta. Pa qué máh. Copas, chupitos, halloween y abrazos sin disimular: a estas alturas de la fiesta, ojalá no te hubiera conocido nunca. Mucha resaca sin dormir y nuevos cuentos que me trajeron ecos turbulentos durante un poco muy largo. Un patio de colegio agotador. Una ducha que supo a gloria y un nunca desayuno que se convirtió en merienda debajo de una manta con calor. Una siesta muy larga. La Alhambra de lejos. Lluvia y oscuridad de media tarde hasta encontrar un taxi con menos tres intención de conseguirlo. Un concierto en La Tertulia. Elena Bugedo, Fede Comín, Bruno Bonacorso y los demás. Una sonisa preciosa y agradecida. Qué fuerte, qué fuerte, qué fuerteee. Pues sí. Y qué. Momento gruppie-teen (de grupo pequeño, que éramos tres) y mil llamadas, tenía que contároslo a todos: me había tragado una percha. Noche sola en un colchón vengativo y un despertador que nunca sonó. Una hora y media tarde rumbo a otra parte.
MADRID. (mañana os lo cuento). (y aquí está). Donuts con ibuprofeno glás. Un no-enfado y una no-bronca que me hicieron pensar lo niña repelente de a veces. Un señor maletero que gritaba y aporreaba las puertas por las mañanas. Muchos Ya estoy aquí y otros tantos Ahora voy a buscarte. Reencuentros. Maletas rezagadas y un parking clautrofóbico. Una tarde de poeta y la niña de las bicicletas en verano más guapa que nunca. Unas cerves para entrar en calor y en color. Y un bar diminuto quese hizo gigante por momentos. Los rizos de laura. La voz de Clara. Los títeres mágicos. Y la gente acogiendo independientemente de que entendiera o no. Lile y sus palabras y sus abrazos. Mara y su sonrisa. Papeto y lo que vale. Emilio y sus contratiempos salvados. Cristina y su paz. Javi y sus aplausos. Peter y sus pensamientos alegres. Y mi mitad, que no podía faltar. Una lectura emocionada, espontánea, entre amigos. Arriesgando el pasado. Carlos y sus copas. Y los cincuenta libros vendidos. Cenita ligera, alcohol el justo y una china en el bolso verde. Firmas y refirmas, con qué cariño lo hace una. Una noche más. Y el Thyssen y muchas fotos. Y una comida estupenda. Uy, y el chocolate con churros. Y más agua, por favor. Un dolor de espalda que no me ganó la batalla. Y un capricho de chocolate justo antes de volver. Unos pies calentitos y algunas confesiones más. Un fin de semana estupendo. Gracias a todos.